Querida persona que lee,
¡Qué lindo cruzarte por acá! Vení, pasá, sentite como en casa. Quería contarte un poco por qué hice esta página.
En todo este tiempo de hacer Cómo funcionan las cosas aprendí un montón. Para empezar, que podía escribir una vez por semana acerca de lo que fuera. Pero más importante aún,
aprendí
que allá afuera había personas como vos que querían leer.
Escribir cada correo me toma un montón de horas que se van en lo que leo, lo que anoto, lo que borro, lo que vuelvo a escribir y lo que finalmente llega a tu correo todos los domingos y durante la semana. A esto se le suman los
cientos de dólares que cada mes invierto en el sistema de correos, en libros, artículos, y en tareas de mantenimiento. Es todo un trabajo, y es de lo que vivo.
Es por esto que se me ocurrió fundar un club de la curiosidad que hoy me permite decir que vivo de hacer esto. ¡Quién pudiera vivir de escribir acerca de su curiosidad! Es el mejor trabajo del
mundo, y
solo es posible gracias a las personas a las que les gusta tanto lo que hago que quieren que pueda seguir haciéndolo.
Así que si encontrás algo de valor, placer, compañía o disfrute en lo que hago, y te gustaría colaborar mensualmente para que esta exploración personal de la curiosidad siga creciendo, este
debería ser el mejor día de tu vida. Podés aportar desde el valor de un café con leche hasta el de un almuerzo en un lugar bonito, o bien elegir el monto que mejor te parezca. No hay monto mínimo y
todo
suma, literalmente.
Además, el Club de la curiosidad me permite apoyar otros proyectos y organizaciones que le hacen bien a otras personas. Solo en 2020 doné más de 100 mil pesos. Acá podés ver el detalle, actualizado mensualmente.
Si quisieras tener una conversación en la que te cuente más de lo que hago, podemos agendar una videollamada acá.
Gracias por leer y por estar del otro lado. Sos lo más.
Valentín